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Estoy confundida, ¿qué hago?

Por Delia Martinez


¿Estuviste confundida alguna vez?, ¿hubo momentos en tu vida en que no supiste qué rumbo tomar? Tal vez te quedaste sin trabajo, te diagnosticaron una enfermedad o te enteraste de que tu pareja te era infiel, y de pronto te encontrás con que no sabés cómo va a ser tu vida a partir de ese momento.



A veces nos ponemos metas en la vida —construir una familia unida, criar hijos maravillosos, etc.— y pensamos que las vamos a alcanzar, pero cuando las cosas no salen como las planeamos, perdemos el rumbo y entramos en un punto muerto como me diría una amiga que conozco: no avanzamos ni retrocedemos, sino que nos quedamos en el mismo lugar a veces durante años. ¿Te encontraste alguna vez en un punto muerto, sin ir ni para adelante ni para atrás? Todos en algún momento nos hemos quedado estancados en medio de la incertidumbre, por eso en estas líneas quiero sugerirte cómo tenés que hacer para avanzar cuando estás confundido y no sabés qué rumbo tomar:


1. Tenés que caminar Cuando estás desorientado y no sabés para dónde ir, tenés que caminar. No importa que no sepas hacia dónde, no importa que no veas nada, ¡seguí caminando, no te quedes derrumbado en tu casa! Existen personas que pierden el trabajo, se deprimen y se quedan encerradas en la casa. Nadie va a ir a ofrecerte trabajo, ¡si querés salir de esa situación, tenés que levantarte y caminar!


Hay gente que tiene el “síndrome de Cenicienta”. Piensan: “Algún día alguien va a venir y me va a rescatar de esta situación que estoy pasando”, y se quedan cruzados de brazos en sus casas esperando que en algún momento alguien les lleve lo que están necesitando.


La semana pasada me llamó una conocida llorando y me dijo: “Delia, estoy mal, tengo un dolor de estómago terrible, ¡siento que me voy a morir!”. “Andá al médico”, le sugerí, pero ella respondió: “No; si no puedo ni levantarme, ¿cómo voy a hacer para tomar un colectivo para ir al hospital?”. “Entonces llamá al médico para que vaya a tu casa”, dije. “No, no… mejor voy a esperar a que se me pase”, concluyó. A veces somos así, queremos muchas cosas en la vida, pero esperamos a que se nos pase, no nos movemos.

¡Caminá hacia lo que anhelás!


2. Tenés que accionar La vida consiste en resolver problemas. Hay gente que dice: “El día que se me terminen los problemas voy a ser feliz”, sin darse cuenta que el día que se le terminen los problemas va a ser el día que se muera. Todos los días aparecen problemas, pero también tenemos la capacidad para resolverlos. Resolvé los problemas de cada día, porque al día siguiente vendrán nuevos y se te irán acumulando.


Resolver un problema no es pensar en el asunto todo el día. Eso no es ocuparse de un problema, porque solamente pensar no resuelve nada. Si bien es un comienzo, además de pensar tenemos que accionar, tomar decisiones. No podés permitir que un problema te pase por encima y te destruya la vida; por eso, ¡accioná!


A veces tenemos grandes resoluciones del corazón, pero cuando llega el momento, no hacemos nada. Decimos: “voy a hacer dieta”, “voy a buscar trabajo”, “voy a dejar el cigarrillo”, pero todo queda en resoluciones, no pasamos a la acción. ¡Es tiempo de que cuando tomes una decisión también pases a la acción! ¿Y sabés por qué es importante que acciones? Porque lo bueno siempre llega a los que se mueven.



3. Tenés que levantarte como líder de tu vida Hace poco escuché la historia de un joven músico que no quería solamente ser conocido en su pueblo, en su provincia o en su país, él quería ser conocido internacionalmente. Entonces empezó a moverse, y llevó su grabación a distintos lugares, golpeó una puerta, golpeó otra, hasta que finalmente logró hacer realidad su sueño. Confiá y accioná, caminá en pos de eso que deseás. No esperes sentado que alguien te llame, que alguien te reconozca.


¡Levantate como líder de tu vida!


Este joven se levantó y dio su vida. No se enfocó en lo que no tenía, no se concentró en lo que le faltaba, no pensó en sus errores o en sus carencias, tampoco se comparó con nadie, él caminó, accionó y avanzó hacia su sueño. Cuando veas crisis en tu casa, en tu trabajo, en la ciudad, aunque seas prisionero de las circunstancias, levantate como líder.

Necesitás aprender a darte ánimo a vos mismo para no quedar paralizado, para no entrar en un punto muerto. Es posible que antes, frente a cualquier acontecimiento desfavorable, cayeras un mes en cama con una depresión, pero ahora caminarás, accionarás y sin duda obtendrás la victoria. No te conformes con migajas, ¡andá por todo lo maravilloso que aguarda por vos!


Y Recorda que tampoco es no llorar, o no sentirse mal. No todos los días uno puede ser fuerte. Está bien tener días de tristeza.


Pero cuando sientas que ya descargaste.


Salí y comete el mundo que vos podes!

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