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Me prometo no hacer algo y lo termino haciendo

 Por Delia Martínez




¿Alguna vez te prometiste no hacer algo nunca más y de pronto te encontraste haciéndolo? Todos alguna vez hemos prometido no hacer algo y sin querer, después terminamos haciéndolo. Cuando te prometés algo y no lo podés cumplir eso te genera una gran frustración, que obviamente, repercute en tu estima. Después de que no podés cumplir algo que te prometiste, ya no querés prometerte nada más, porque sabés que no tenés la fuerza para poder cumplir esa promesa que te hacés a vos misma.

Hoy te quiero dar dos o tres características que tenemos las personas que nos prometemos algo y después no lo podemos cumplir:


En primer lugar, no podemos cumplir con lo que nos prometemos porque en vez de prometernos algo desde lo que deseamos, nos prometemos desde la frustración. Por ejemplo, decimos: “no voy a hacer más esto porque me fue mal”, “no voy a estar más con esta pareja porque me engañó”, “no voy a comer más harina porque engordé cinco kilos”. Es decir, nos prometemos que no vamos a hacer algo nunca más, pero lo hacemos desde la frustración y no desde el deseo.


Cuando decís “Tengo que cambiar esto, porque me está yendo mal”, tal vez puedas cambiarlo, pero es muy diferente partir de un deseo que partir de una frustración. Por eso, tenés que transformar todas tus frustraciones en un deseo. Encontrá deseos que te motiven, por ejemplo, afirmá: “quiero cambiar mi cuerpo porque quiero llevar una vida saludable, una buena vida”, en vez de “tengo que dejar de comer así porque si no voy a explotar”. No te prometas algo desde la frustración y la angustia, en vez de eso, descubrí un deseo para motivarte y lograr el cambio.


En segundo lugar, a veces no podemos cumplir con lo que nos prometemos porque tenemos una motivación de corto alcance. Empezamos muy entusiasmadas con el cambio, con esa promesa que nos hicimos, y al poco tiempo nos damos cuenta de que ya no tenemos la misma motivación que al principio, y no podemos sostener la promesa que nos hicimos. ¿Por qué nos pasa eso? Porque vemos esa promesa como una tarea que tenemos que realizar. Si a la tarea no la unís a un sueño, tu promesa va a ser de corto alcance, porque vas a empezar a cuestionarte si realmente esa tarea que estás haciendo te va a dar resultado o no. Pensarás: “¿Al final servirá para algo esto que estoy haciendo?”. La duda te desmotiva para seguir adelante. Por eso, atá tu tarea a un sueño y decí, por ejemplo: “Me prometo no salir más con un hombre maltratador porque mi sueño es formar una familia con un hombre bueno que me ame y me respete”.


Por último, hay veces que no podemos cumplir con lo que nos prometemos porque existe una gran diferencia entre lo que me propongo alcanzar y lo que en realidad puedo alcanzar. Por ejemplo, te proponés bajar veinte kilos en dos semanas. Está bien que te propongas adelgazar, pero no te das cuenta de que tu cuerpo no va a resistir bajar veinte kilos en dos semanas, y entonces te frustras. Ahora, si te proponés bajar veinte kilos, pero de a un kilo por semana, la cosa es muy diferente. Cada vez que te propongas no hacer algo, tiene que estar cerca de lo que sabés que más o menos podés hacer.


¿Qué se necesita para hacer todo esto? Dominio propio. Vos y yo tenemos autoridad sobre cada circunstancia de nuestra vida. Nosotras tenemos que dominar a las circunstancias y no las circunstancias a nosotras.


Tenemos que aprender a ganar nuestras peleas emocionales. Necesitás saber que es muy bueno usar las emociones, pero si las usamos con sabiduría, correctamente. Para eso, hay que trabajar las emociones para saber que somos la mujer correcta, la mujer adecuada para poder cumplirnos todo lo que nos prometemos. Si hasta ahora te ha resultado difícil, tal vez sea porque no uniste tu promesa a un sueño, y lo has tomado como una tarea más que querés hacer. Quizás hasta ahora has sido de corto alcance, pero no te victimices, que eso no le cae bien a nadie y a vos te arruina la vida. Necesitás saber que tenés la capacidad para conquistarte a vos misma, y no naciste para ser dominada sino para ser libre.


¿Qué te está dominando?, ¿el orgullo?, ¿la necesidad de hacer algo distinto?, ¿querer tener siempre la razón?, ¿la mentira? Si algo te está dominando es porque no usaste el dominio propio que está en tu interior.


Tenés autoridad, capacidad e inteligencia para salir adelante. ¡No te pierdas la experiencia de vivir la felicidad de terminar lo que empezaste! 



Delia Martinez

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